¿De qué manera comienza alguien a ser adicto al amor?
Todo comienza por una simple atracción banal en apariencia que intriga, gusta y seduce. Tal relación se convierte en poco tiempo en un apasionado entusiasmo, en una suerte de flechazo, que idealiza al seductor cuando aún es prácticamente desconocido. El futuro adicto o adicta se enciende muy deprisa, se enamora rápidamente, ama a tumba abierta y se lanza. El adicto al amor no piensa jamás en protegerse afectivamente. Tiene tanta necesidad de amor que no evita las relaciones peligrosas o aquellas que con toda evidencia están destinadas al fracaso. Hay un intenso anhelo de ser amado precipita un estado pasional, fusional, turbulento y rápido o breve, pero de proporciones inquietantes. El adicto sólo piensa en el objeto amado, y el resto del mundo le parece insulso, sin color, nada interesante, indiferente: toda su mente está ocupada por ensoñaciones sobre el desarrollo futuro del amor.
¿Este sujeto enamoradizo se deja llevar por la imaginación?
El sujeto imagina continuos proyectos, a menudo poco compatibles con la realidad cotidiana, depositando en ese amor fantaseando todas las expectativas de felicidad y de éxito. y sin embargo todo ese gran amor es generalmente efímero, pues pronto resulta frustrado, aunque no tarde mucho en retornar en un nuevo encuentro con otra persona, renaciendo le las cenizas de la desilusión precedente. Y así una y otra vez. En el fondo el adicto al amor es víctima de una inmensa necesidad de amor y de un miedo profundo a la soledad y al abandono.
Las personas adictas al amor son personas, según Kasli, cuyas identidades están sin desarrollar o permanecen desvanecidas y que mantienen una identidad personal construida a partir de adhesiones dependientes de instancias externas.
Además son personas que durante el tiempo que dura la relación, no quieren renunciar a ningún sueño, pero viven permanentemente inquietos, haciendo excesivas demostraciones de amor y buscando en el otro pruebas de amor, un amor salpicado de dudas y celos, hasta tal punto que intentan controlar y vigilar a la otra persona. El contacto de cualquier tipo mediante el móvil es frecuente por su parte a lo largo del día, pero ni aún así llega a tranquilizarse. Lógicamente la otra parte de la relación se siente ahogada, inquieta y abrumada. Y esto tiene efecto rebote mientras más se acerca la persona que es adicta, más se aleja la otra.
Pero esto no desanima al adicto que es incapaz de poner fin a una relación que le degrada: La simple idea de romper le resulta inadmisible, porque eso significaría poner fin a sus sueños de felicidad.
¿Qué sucede cuando se da la ruptura?
La ruptura se suele dar por la fuga del compañero/a, resulta muy dolorasa con intensos sentimientos de tristeza, de culpabilidad y fracaso. En ocasiones se recurre como calmante al alcohol o a la comida. Sin embargo la búsqueda afectiva no desaparece del todo, reapareciendo de nuevo la esperanza de encontrar otro gran amor.
Y si no le pone remedio su vida sentimental transcurre del amor a la desilusión, de fracaso en fracaso.
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