Hoy en día debido al ritmo de vida al que nos vemos sometidos, y al deseo de buscar el bienestar, estamos abocados a adentrarnos en una sociedad consumista que nos arrastra a una felicidad ficticia, que en ocasiones se consigue cuando nos esclavizamos a una persona, conducta o sustancia.
Cuando una persona tiene una adicción, domina su vida cotidiana, influye en el estado de ánimo, dificulta las relaciones personales, condiciona y modifica la conducta, hace que se sienta diferente, y que lleve en secreto aquello que le está perjudicando.
Una adicción es todo aquello que pasa a ser el eje de nuestra vida, sin que podamos ejerce un control sobre ello.
Hoy hablaré dos adicciones, entre las muchas que hay, que en ocasiones parecen que no son consideradas como tales, y que sin embargo, influyen en la vida de muchas personas.
La adicción a las malas relaciones: Hay personas que van de una mala relación a otra todavía peor, autodestruyéndose, perdiendo su ilusión y dejando rota su autoestima.
En ocasiones son conscientes que van cayendo en la misma trampa, una y otra vez, ya que hay indicadores que le muestran que se están equivocando de nuevo, pero por otro lado se siente atados a esta situación.
En el fondo de esto, lo que se encuentran son personas que piensan que no son merecedoras de ser queridas, que tienen que esforzarse y darlo todo en el amor, y que la única manera de ser felices es, en una relación de pareja, aunque sean personas exitosas en otros ámbitos de su vida.
En un momento dado, estas personas pueden caer enfermas a nivel físico o psíquico, y es en ese momento cuando se dan cuenta de su realidad y del esfuerzo que han realizado a lo largo de su vida, y cuando esto sucede, es cuando tienen la energía necesaria para resolver su situación y cambiar su forma de amar.
La adicción al trabajo: Hay personas que viven obsesionadas por el trabajo, su atención está centrada en conseguir más y mejores resultados, su jornada laboral es larga y agotadora, pero parecen que encuentran un cierto placer en esto, ya que les cuesta disfrutar, vivir y sentir si no es por y para el trabajo.
Su zona de confort es el trabajo, ya que es su manera de sentirse exitosos, porque controlan en todo momento lo que tienen que hacer y la manera de hacerlo.
Sus estados afectivos van en relación al trabajo, y todo lo emocional lo vinculan con aspectos profesionales.
La única forma en la que se siente bien es cuando se sienten competentes y eficaces a través del prisma que les ofrece el trabajo, ya que lo único importante para ellos es conseguir su objetivo profesional.
Frecuentemente desplazan a la familia, ya que no le dan a esta la suficiente importancia como para dejar de asistir a alguna reunión, o aplazar algún viaje, o todo lo que ellos consideren importante para su actividad laboral.
Si las personas más cercanas reclaman su atención, se pueden alejar más aún.
Y a pesar de todo esta adicción en la sociedad en la que estamos hoy en día es valorada, ya que una persona que se entrega tanto en el trabajo, puede ser considerada una persona de gran valía.
¿Conocéis a alguna persona que tenga estas adicciones? ¿Hay alguna cosilla que os cuesta controlar? ¿Qué otras cosas consideráis que pueden ser adicciones modernas?
Un saludo a todos y todas.
Julia Rodríguez Psicología
653 93 40 50
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