Nos resulta realmente complicado entender a los adolescentes y que ellos nos entiendan a nosotros, y es que cada uno es un mundo, empecemos por distinguir los distintos tipos de adolescentes:
Adolescentes nervioso: Tiende a reaccionar de forma impulsiva y descontrolada; inestable pasa fácilmente de la euforia al abatimiento, se resiste a seguir planes y horarios, cae en la dispersión y le cuesta centrarse en lo que debe hacer en cada momento, le gusta cambiar continuamente de actividad, es fácilmente irritable.
Adolescente sentimental: Inseguro y vulnerable, susceptible, poco práctico, se desalienta ante las dificultades, retraído, busca el aislamiento y la soledad, se refugia en sí mismo, confía sus angustias al amigo y al diario íntimo, indeciso, poco práctico.
Adolescente colérico: Muy sociable, está siempre ocupado y haciendo proyectos, le gusta embarcarse continuamente en aventuras y en tareas nuevas; cae en la improvisación y en la precipitación; habitualmente tiene “ buen carácter”, pero de vez en cuando incurre en estallidos de cólera que no sabe controlar.
Adolescente apasionado: Tiene una pasión dominante que es el motor de su vida, hace planes a largo plazo, posee mucha capacidad de trabajo, es independiente y decidido, prefiere trabajar solo, tiende a dominar a los demás.
Adolescente sanguíneo: Es muy cerebral (piensa todo fríamente) pragmático y calculador, hace o no hace las cosas en función del beneficio que le pueda reportar; sólo le mueven los objetivos a corto plazo; muy práctico y con capacidad de adaptarse a cambios y situaciones nuevas, optimista y sociable.
Adolescente flemático: Conserva siempre el mismo estado de ánimo reposado y tranquilo; afronta las dificultades con una calma similar a la del adulto maduro, reflexivo, callado, solitario, muy ordenado,( suele ser maniático del orden); puntual, pero rígido en el uso del tiempo.
Adolescente amorfo: Posee poca energía y entusiasmos; falta de curiosidad y de sentido práctico; centrado en la búsqueda de placeres sensibles, poca personalidad (se deja arrastras por el ambiente), sociable y simpático.
Adolescente apático: Poca vitalidad, muy cerrado en sí mismo, testarudo; le cuesta mucho reconciliarse después de una riña, pasivo, indiferente a casi todo.
Tres etapas fundamentales dentro de la adolescencia
La adolescencia primaria o pubertad es la fase de arranque de la maduración, el impulso inicial de la crisis evolutiva. Es una transformación referida esencialmente al plano biológico, aunque no exclusivamente.
La segunda adolescencia o adolescencia intermedia es de caracterización mucho más difícil que la pubertad. Es una fase en la que hay una transformación de tipo psíquico y por tanto es menos universal que la biológica. Esta etapa se centra en el desarrollo mental, afectivo y social. Es una crisis interior o de personalidad. En esta crisis tiene un papel fundamental una nueva capacidad el pensamiento reflexivo, es decir( pensar sobre lo que se piensa y sobre quien lo piensa). En la medida en que el adolescente quiere ser el mismo y valerse por sí mismo se encuentra con la necesidad imperiosa de adoptar nuevas formas de comportamiento, lo que le mueve a su vez, a romper definitivamente con el pasado, con el modo infantil de ver la vida.
El adolescente necesita ahora aprender a vivir de un modo nuevo, de un modo más autónomo. Esto le llevará a ensanchar su campo de acción y adquirir nuevas responsabilidades.
La tercera adolescencia o edad juvenil se inicia a partir del notable desarrollo de la personalidad alcanzando al término de la fase anterior. El joven cuenta de “ salida” con estos puntos de apoyo: cierto conocimiento y aceptación de sí mismo; cierta información acerca de qué es lo que quiere de la vida; cierta disposición para realizar lo que desea sin esperarlo de los demás; cierta capacidad para convivir y cooperar con personas, que piensan de modo diferente. Son fruto de la maduración, que se convierten, a su vez en nuevas posibilidades para crecer más y mejor.
El adolescente realiza conductas de autoafirmación personal
Uno de los defectos más directos del descubrimiento del yo, es la necesidad de originalidad. El adolescente, tras descubrir que es diferente, está muy interesado en acentuar y defender esa diferencia. El afán de originalidad apunta a la conducta singular( nueva, única y particular) y a la conducta autónoma. Para el adolescente la conducta original significa, entre otra cosas, que ya no es un niño. Por eso expresa esa originalidad en público y la desarrolla como inconformismos contra los mayores. Detrás del afán de originalidad está la necesidad de romper con los viejos hábitos de dependencia de los padres y de distanciarse del modo de vida infantil. De este modo el adolescente se autoafirma como una personalidad única y adulta.
En ocasiones los padres consideran que el adolescente está teniendo conductas extrañas, negativas y absurdas, pero estas no son otra cosa que un recurso de autoafirmación, de un “yo” diferente e independiente. Por medio de estas conductas el hijo está resaltando que no es como hace algunos años; que no es como los demás, que ya es capaz de pensar en sí mismo y de tomar sus propias decisiones. Dentro de estas conductas están las excéntricas. Con ellas se pretende llamar la atención de los demás, conseguir que se fijen en uno mismo. En ocasiones estás se reflejan en el atuendo personal; forma curiosa o inusual de peinarse o de no peinarse, de vestirse, de adornarse.
El adolescente se comunica de un modo determinado
Hay una utilización de un lenguaje propio, por parte del adolescente. Cada generación y cada grupo de adolescentes tienen su jerga no sólo para comunicarse entre ellos, sino también para singularizarse y distinguirse de los adultos.
La importancia de la autoestima en el adolescente
La autoestima es una consecuencia de; poner ilusión en lo que se hace y de hacerlo cada vez mejor, de realizar las tareas propias, de ser un buen compañero, un buen hermano, un buen amigo, de portarse bien, de luchar diariamente contra aquellas cosas que no nos gustan, de empezar cada día. Si los padres y los profesores, enseñan a sus hijos o a sus alumnos en desarrollar sus virtudes cada día, para lograr la mejor de las excelencias, la autoestima vendrá sola. Cuando un adolescente tiene la satisfacción de alcanzar metas por sí mismo, mediante el esfuerzo personal y decir lo he conseguido, se reconcilia con su autoestima.
Un saludo a todos y todas.
Julia Rodríguez Psicología
653 93 40 50
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