Es frecuente escuchar en consulta personas que expresan que cuando sienten ansiedad necesitan comer.
El asunto es que cuando el cuerpo está estresado libera hormonas como el cortisol, y esto puede llevar a querer comer alimentos ricos en grasas y en azúcares, estos alimentos activan un sistema de recompensa temporal en nuestro cerebro y momentáneamente nos sentimos aliviados. Esto hace que se genere un círculo vicioso, que afecta a la energía, la salud digestiva y el estado de ánimo.
Para evitar este círculo, tienes que plantearte.
Desde donde estás comiendo:
- ¿Es estrés o ansiedad?
- ¿Aburrimiento?
- ¿Recompensa?
- ¿Tristeza o soledad?
Si te contestas y sabes de dónde viene, y no tiene que ver con el hambre física, encuentra maneras de gestionar las emociones sin recurrir a la comida:
- Haz algo que te guste
- Muévete
- Práctica algo de relajación
- Habla con algún amigo o familiar
Si tienes hambre física o en ese momento no eres capaz de hacerlo de otra manera:
- Elige alimentos que estabilicen el estado de ánimo
- Evita estimulantes en exceso
- Hidrátate de manera adecuada
- Practica la alimentación consciente
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