Ya hemos dicho que cuando se produce una separación, no sólo sufren los miembros de la pareja, sino también todo su entorno, y muy especialmente los hijos (si es que los hay).
El niño no sólo sufre en el momento en que se está deteriorando la pareja, sino también cuando se produce la separación y a lo largo de toda su vida. En muchas ocasiones, se ven envueltos en una guerra de reproches y mentiras en las que muchas veces son los inocentes mensajeros. En otras ocasiones, cuando el niño es algo mayor, puede tomar partido por alguno de los padres, libremente o como parte de la estrategia de un adulto para vencer-dominar-aplastar al otro… No existen fórmulas mágicas que hagan que nuestros hijos pasen de contar con dos padres a contar con cuatro sin que se produzcan tensiones… pero sí algunas líneas básicas que han de ser tenidas en cuenta.
¿Cuándo y cómo se lo contamos a nuestros hijos?
Es muy importante elegir bien el momento, pero sobretodo, que no se produzca la circunstancia de que lleguen a enterarse por terceras personas, amigos o familiares. La pareja, una vez que tiene plena consciencia de que la cosa ya es irremediable, debe contárselo a los hijos de manera conjunta, y por supuesto adaptándose a la realidad de cada niño. Hablar claramente es la mejor manera, y será tan fácil o difícil como lo haya estado siendo la comunicación con tus hijos hasta ese mismo momento. Padres que nunca han contado a sus hijos cómo se conocieron papá y mamá, cómo se enamoraron, qué es el amor de pareja… no deberían aspirar a que sus hijos entendieran a la primera y sin muchos traumas qué es una separación de pareja.
Es importante hacerles saber que “papá y mamá tienen problemas en la relación de pareja, que no son capaces de resolver y que tendrán que separarse». Por supuesto, es importantísimo hacer hincapié en que ellos no tienen la culpa, y que en todo caso, se les va a seguir queriendo igual. En muchas ocasiones, padres que tienen un sentimiento importante de abandono por una ruptura de pareja, acaban abandonando emocionalmente también a sus propios hijos como parte de una vida anterior que les genera excesiva frustración.
Como hemos dicho, hay que adaptarlo a la edad y la forma de entender el mundo que tienen nuestros hijos, utilizando ejemplos y metáforas en los casos en que sea necesario, pero sin que ello signifique ocultar la realidad o convertir algo que va a ser irremediablemente duro en un cuento de hadas y princesas.
Esto deberá hacerse en un momento con la suficiente calma y tranquilidad, siempre habiendo hablado previamente entre los padres y trazando una estrategia para cómo comunicarlo, evitando emocionalidad excesiva y por supuesto nuevas discusiones (a estas alturas, seguramente los hijos ya habrán visto suficientes…). Y también es muy importante estar abiertos a las preguntas que los niños quieran o puedan hacer, en ese momento y en los siguientes.
Los psicólogos podemos ayudar en estas situaciones, generando un espacio de confianza en que los padres pueden explicar a los hijos la situación, y también los niños pueden mostrar sus sentimientos y temores al respectos. Preparar a un hijo para una separación, y hacerle un seguimiento posterior siempre es un tiempo bien invertido.
Un saludo a todas y todos
Julia Rodríguez Psicología
653 93 40 50
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