La familia es un soporte social y emocional fundamental, más aún en nuestra cultura mediterránea. Gracias a nuestra familia, hay gente que en momentos difíciles puede volver a casa, que te cuiden los niños, o incluso tratar de superar la crisis con la pensión de la abuela.
Cuidar a la familia es la mejor garantía de obtener ese apoyo social tan necesario cuando las cosas no van del todo bien, y es un elemento importante para la salud mental. Por lo general, la familia es fuente de satisfacciones, de risas y alegrías. Si la tuya lo es…, celébralo. Pero no siempre es así.
No todas las familias son fuente de estabilidad emocional, ni ofrecen apoyo social, ni permiten un pensamiento positivo. ¿Qué hacemos en ese caso? Es cierto que no puedes elegir a tu familia, pero sí la relación que puedes tener con ella. Muchas familias tienen relaciones patológicas, en las que el chantaje emocional, la deslealtad y la falta de respeto se convierte en la norma, actitudes que, siendo muy destructivas, pueden incluso pasar desapercibidas para quien participa de ellas.
Desde un punto de vista de la salud emocional, ¿qué podemos hacer para protegernos de todo este mal rollo?:
1.- Si tu familia te erosiona emocionalmente, limita tu relación con ella, aunque evitando que se produzca una ruptura total. Si han venido todos a tu casa y eso te agobia, aprovecha para hacer un tiempo fuera: sal a hacer recados, pasea, invéntate una reunión de amigos ineludible, ve a la biblioteca, a hacer deporte…
2.- Aunque no lo creas, las cenas familiares no son obligatorias por estas fechas: son elegidas. Si no puedes eludirlas del todo, elige una y aguanta el tirón: si vas a cenar en nochebuena tal vez no tengas que ir en Navidad, o en fin de año… Si aún no has aprendido a decir que NO, inventa una buena excusa, relacionada con la salud, por ejemplo.
3.- Si finalmente vas a la cena, recuerda que con tanta gente, tantas emociones…, y sobretodo tanto vino, no es el momento de tratar temas importantes. Intenta que la conversación gire en torno a temas amables y poco polémicos… Alguien habrá que meta la pata: tranquilo, lleva la conversación a otros derroteros más relajados: no merece la pena arruinar ese momento. Pero sobretodo: relájate, quítale importancia, ríe para tus adentros, observa, y ten paciencia. No hay cena que cien años dure…
Y si hay algún pariente que no te caiga bien, no quieras ser su amigo justo esa noche. Muéstrate simplemente respetuoso, o en el peor de los casos, simplemente ignórale. Y finalmente, si te sientes agobiado, sal a dar un paseo en lugar de estar toda la noche encerrado. Así baja la cena, y la tensión.
Finalmente, para que todo salga lo mejor posible, muéstrate flexible, tolerante y echa mano de tu mejor humor. Son unos días, y pasarán.
Pero mientras pasan, os deseamos lo mejor desde nuestro Gabinete.
Que seáis felices, y el año próximo os colme de objetivos cumplidos.
Feliz Navidad.
Julia Rodriguez Psicología
653 93 40 50
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