Entre los muchos sentimientos negativos que podemos tener está el sentimiento de culpa, que nos lleva al dolor y a la tristeza, encerrándonos en ocasiones en el silencio y el desconsuelo, esto nos produce un bloqueo emocional que hace que nos juzguemos muy duramente a nosotros mismos.
La culpa suele hacer referencia a sucesos pasados, uno se siente mal con él mismo por algo que hizo o que dijo o que no hizo o dijo, y esto te influye en el presente.
Es uno de los sentimientos más destructivos que se puedan tener debido a que, es algo que está en el presente, pero que sucede por un acontecimiento pasado y vuelve como un boomerang, una y otra vez al circuito mental de la persona, es decir hay un importante grado de inmovilización y por ello es tan difícil de gestionar.
A CADA UNO NOS RIGE UN CÓDIGO
Todos nos regimos por lo que se denomina un código ético o moral, que no suele ser el mismo para todo el mundo, aunque hay aspectos en los que sí se coinciden.
Este código funciona de la siguiente forma, hay un listado de cosas que podemos hacer o decir, sin temor a que salte la campanilla, pero en un momento dado, cuando traspasamos las normas con las que se rige este código, salta la alarma y ahí es cuando nos empezamos a sentir culpables, hay un desencuentro entre nuestro ideal y la realidad y esto causa conflictos personales.
ALARMA EN FORMA DE SÍNTOMA
Hay determinados síntomas que son la manifestación más visible del daño que nos causa la culpa, como:
– Señales físicas (presión en el pecho, dolor de estómago, de cabeza, de espalda).
– Señales emocionales (nerviosismo, desasosiego, agresividad, irascibilidad)
– Señales mentales (pensamientos de autoacusaciones y autorreproches) nos alertan de que la culpa está siendo mal administrada.
Las señales físicas además se verán potenciadas si las acompañamos por pensamientos distorsionados como son: el pensamiento polarizado (pensar que las cosas son blancas o negras, no hay término medio), negativo (tan sólo tenemos en cuenta los detalles negativos y encima los magnificamos, sin atender a los aspectos positivos), rígido (nos basamos en un sistema de normas estricto donde el deber prevalece en todas nuestras acciones), sobredimensionado (abandonamos la responsabilidad de nuestra vida y pasamos a responsabilizarnos de las vidas de los demás y de cuanto ocurre a nuestro alrededor) o perfeccionista (el nivel de exigencia lo colocamos en la perfección y ésta en todos los actos que llevemos a cabo).
TIPOS DE CULPA
La culpa residual: es esa culpa que uno adquiere en su niñez, que arrastra a lo largo de la vida y pone de manifiesto en diversas situaciones.
Por ejemplo: si un niño se ha acostumbrado a callar porque en la casa familiar lo que valía era el código del silencio, se acostumbrará a callarse en diversas situaciones y cuando de adulto algo le moleste y quiera manifestarlo, se sentirá mal por ello.
La culpa autoimpuesta: La persona se siente anclada por cosas que hizo recientemente, por las que se siente culpable ya que ha traspasado el límite de su código ético o moral.
Por ejemplo, decirle a alguien lo que piensas de él y luego pensar para qué se lo he dicho (decirle a un compañero de trabajo que es un egoísta, que nunca ayuda y aunque esto lo pudiera decir a la espalda, decirlo a la cara directamente, pasa factura, decirle a alguien que no le queda bien su nuevo corte de pelo, etc.)
Culpas relacionales: son las culpas asociadas a otras personas, por ejemplo:
A los hijos “cada vez que llegas tarde me sube la tensión” “ si sigues así vas a hacer que me de un ataque al corazón”
A la pareja “si me quisieras, harías esto o lo otro”, para conseguir algo, aquí hay una manipulación implícita.
CONSECUENCIAS DE LA CULPA
El remordimiento es una consecuencia directa de la culpa, ya que es esa sensación de malestar interno que se introduce en lo más profundo de nuestro ser y que vamos retroalimentando de forma que cada vez se apodera más de nosotros hasta que algo estalla (como por ejemplo contar una infidelidad).
Hay personas que piensan que sentirse culpables es el tributo que tienen que pagar por su error, en función de la importancia que le den a su error, gestionan que deben sentirse culpable durante más o menos tiempo.
QUÉ HACER PARA EVITAR SENTIRNOS CULPABLES
Si hacemos o decimos algo de lo cual luego podemos retractarnos, pedir disculpa por aquello que pudo herir o molestar a la otra persona, decir lo siento, preguntar qué podemos hacer para recompensar aquel error (no acompañar a alguien durante un momento dado, en algo importante, para la próxima vez hacerlo).
Si no podemos hacer algo para subsanar el error, hay que aprender del error, es decir, si se nos presenta otra ocasión similar “ ya sabré como actuar”.
Otra estrategia sería, decirnos a nosotros mismos “ ya no lo doy más vueltas”, porque dar vueltas a esto no va a solucionar nada, tengo que mirar hacia delante.
En ocasiones hay que enfrentarse a los demás, “ hay cosas que puede que no les gusten a otros pero me gustan a mí y no me voy a sentir mal” ( ejemplo: estudias algo que va en contra de lo que quiere tu familia, o te buscas una pareja que no gusta en tu entorno), hay que aprender a tirar para adelante con las consecuencias y no dejarse manipular por los demás.
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