Hola a todos y a todas!
Pongamos sobre la mesa las principales herramientas de un padre en la educación de los hijos, que lógicamente además del cariño y el amor que les profesamos (con control), son las reglas, las rutinas, los premios y los castigos.
Todos somos conscientes de la importancia de las reglas y las rutinas. Los niños necesitan normas, reglas y rutinas. Siempre es mejor una vida ordenada que respete a diario las horas de comer y dormir, y que permita el establecimiento de hábitos saludables asociados principalmente con la higiene, el sueño y la comida. Es importante evitar que se asocie la hora de la comida a otras actividades como ver la televisión, jugar con la consola, levantarse de la mesa, etc. En cambio, debemos utilizar ese momento de la comida para comunicarnos con ellos, compartir con los padres cómo ha ido el día, qué piensan hacer mañana, etc. Es buen momento también para contarles nuestras cosas, adaptadas lógicamente a su capacidad de entendimiento, para que vayan siendo partícipes de la vida de la familia, y de las relaciones sociales que nos unen con los amigos, o con nuestras ocupaciones laborales.
Respecto a los premios y castigos, no debemos olvidar que los padres somos el principal elemento de condicionamiento de un niño; lo que hacemos en respuesta a sus conductas, hace que sin quererlo estemos reforzándolas o suprimiéndolas. No se trata de un juguete, un dulce, o ver la televisión… Nuestra actitud y conducta hacia ellos es el principal premio o castigo. Si tras una buena conducta no lo premiamos dejará de hacerla, pero si tras una rabieta luego le damos un abrazo, identificará que su rabieta es la mejor forma para lograrlo.
Los premios y castigos que tienen que ver con lo material, son fundamentales para que un niño aprenda el valor de las cosas, y que éstas sólo se consiguen tras mostrar una conducta apropiada. Esto será de vital importancia para que posteriormente pueda esforzarse para lograr sacar buenas notas, aprobar curso, estudiar una carrera… que implican esfuerzos a medio y largo plazo que no tienen una recompensa inmediata. En este sentido, hay que establecer claramente cuál es la conducta que el niño ha de desarrollar si quiere conseguir un premio, y por otro lado, cuál desembocará en un castigo.
También hemos de tener en cuenta que los premios han de ser verdaderamente merecidos, y que existen multitud de premios que no incluyen aspectos materiales: para un niño el mejor premio es la atención y el aprecio de sus padres. Haced la prueba… Y por último, nunca debemos ceder ante un berrinche o rabieta de nuestro niño por conseguir algo. Si lo hacemos, estaremos contribuyendo a educar a un niño caprichoso y agresivo, que empleará la rabia o incluso la fuerza para conseguir lo que desea, y sus berrinches serán más y más frecuentes y violentos a medida que vamos cediendo a sus peticiones.
Sin embargo, por mucho amor y mucha atención que le pongamos a la educación de nuestros hijos, pueden existir problemas conductuales que te lleven a la necesidad de que sean atendidos por un gabinete de psicología. Desgraciadamente, cada vez tenemos que trabajar con más niños en nuestro Gabinete. Trastornos de hiperactividad infantil, depresión infantil, problemas conductuales en la adolescencia, trastornos de la alimentación, agresividad contra los padres, etc. Lo principal es estar atentos y saber identificarlos a tiempo. Si eso ocurre y se acude a un especialista, tenemos la mitad del camino hecho. Aceptar que quizá tengamos que cambiar algunas de las cosas que hacemos cuando tratamos a nuestros hijos, es el otro porcentaje que falta.
Nadie dice que la educación sea algo sencillo, pero tampoco es tan complicado; consiste en ejecutar una serie de normas como las descritas, siempre de la misma manera, sin ceder a chantajes y rabietas, hablando claro a nuestros hijos, y mostrándoles las consecuencias positivas y negativas de los buenos y malos comportamientos.
Un saludo a todas y todos
Julia Rodríguez Psicología
653 93 40 50
Deja una respuesta