El encontrar a la “persona” no es el punto final de la búsqueda del amor. Precisamente ahí es donde comienza, el conocimiento mutuo, el fortalecimiento y los cambios para desarrolla una experiencia amorosa plena.
Y antes de esto, el necesario encuentro contigo mismo, y la batería de preguntas para evitar embarcarte en aventuras que naufragan.
- ¿Cuál quiero que sea mi estilo de vida?
- ¿Con qué tipo de valores me muevo?
- ¿Cuáles son mis prioridades en este momento vital?
- ¿Podría postergar o eliminar algunas de estas prioridades?
- ¿Cuáles de mis espacios son sagrados y no quiero o puedo compartir con el otro?
- ¿En qué lugar quiero vivir?
- ¿De qué cosas, situaciones, personas, o acciones, necesito desprenderme para poder estar en la relación?
- ¿Qué estoy incorporando en estos momentos de mi vida, al entrar en contacto con el otro y cómo me siento con ellas?
Cuando te respondes a estas preguntas, ves hacia donde vas, no permites que la vida o el otro te pase por encima sino que tú te haces responsable de tu vida y tus relaciones.
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