El enfado o la ira se producen entre otros, por que nos llega lo que no deseamos, o no tenemos lo que queremos. Si la cuestión consiste en lo que nos gusta o no nos gusta, se produce ese movimiento de enfado, que si lo agitamos con los pensamientos probablemente se disparen el dolor y la ira.
Todo empieza con una sensación incómoda; las cosas no son como queremos, o tal persona no es como esperaba que fuera, o no ha hecho tal cuestión… y desde ahí empieza la desazón.
Justo en ese momento antes de alimentar esa llama que está creciendo dentro de ti, puedes buscar otra opción:
- Tú no eres la ira, puedes apartarla.
- Interrumpe los pensamientos que alimentan ese desánimo.
- Siente cómo te vas a quedar después y desde ahí, para.
- Tú eres más fuerte que ese arrebato, no te dejes llevar.
La próxima vez que te veas en esta dirección, intenta realizar una de estas propuestas, da un paso atrás y no te enredes en el calor que puede llegar a ser fuego del enfado y la ira, no te quemes, ni quemes a una persona que es importante para ti.
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