La ira puede nacer de un intercambio con alguien o por la sensación de frustración en torno a acontecimientos, personas u objetos.
Si te quedas esperando a alguien que ha olvidado una cita… o una persona dice algo que nos hiere, a veces surge sin motivo aparente. Estas ocasiones tienen que ver con que tú mismo estás encendido por dentro y cualquier cuestión te enfada.
La ira es una emoción muy destructiva, y en un momento dado puede hacer que se rompa una amistad o una relación familiar.
Además la ira puede dirigirse hacia uno mismo y te puedes convertir en tu mayor crítico. En estos casos la ira se ve reflejada en comportamientos autodestructivos hacia uno mismo, o puede llevar a socavar posibilidades importantes, haciendo que llegues tarde a un evento interesante, que pierdas los papeles y termines una relación amorosa, o haciendo que dejes cuestiones para después.
La ira caliente explota, es invasiva y quema a la persona y a los que están cerca de ellas.
La ira fría cierra la posibilidad, cierra el corazón, la persona se endurece y puede mantenerse así durante mucho tiempo, sin ganas de ablandarse.
Si sientes que la ira te invade, es momento de poner remedio, esto es curativo para ti, y para aquellas personas que están cerca.
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