No es fácil soltar, la separación se va haciendo a lo largo del tiempo, cuando has querido, hay una parte de ti que sigue queriendo a esa persona, (incluso aunque tuvieras claro que ya no había manera de continuar la relación).
En una relación hay mucha costumbre, muchos momentos, complicidad, frases, miradas, risas, llantos, lugares, situaciones, personas comunes. Y cuando llega el momento de decir hasta aquí, muchas personas se ven en un movimiento pendular, con ganas de contactar con la otra persona, con recuerdos que van y vienen de momentos compartidos, parece que ven todas los aspectos positivos de lo que era la relación y desde ahí se ven inseguros en su decisión, dudan de si han hecho lo correcto o si esto que les sucede es “normal”.
Y lo comentado anteriormente, entra dentro de lo que es ese proceso de ir soltando, los factores que suelen intervenir para que esto cueste más son:
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La memoria es selectiva y cuando actúa como mecanismo de defensa, tiende a colorear lo que uno ha vivido y debido a ello hay personas que sólo se acuerdan de lo bueno de la relación.
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Lo conocido aunque sea incómodo da seguridad, lo desconocido produce inseguridad y miedo.
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La soledad puede ser difícil de llevar y hay personas que se agarran a un clavo ardiendo aunque queme.
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Mediante la relación de pareja, hay personas que piensan que pueden cubrir necesidades, que por ellos mismos son incapaces.
En terapia se acompaña a la persona para que se de cuenta de que todo estos factores son naturales por el proceso que está viviendo y que hay otras maneras distintas de hacer, para dejar de luchar con ellos mismos y con la situación que viven y así aceptar la realidad de una forma más tranquila, más saludable a nivel emocional.
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