Aunque la tristeza es un estado de ánimo que forma parte de nuestras vidas, hay que prestar atención y observar si es la respuesta de un momento puntual, de un momento de melancolía, etc. porque todos experimentamos fluctuaciones en nuestro tono emocional que pueden estar provocadas por aspectos fisiológicos, factores relacionales, ritmos sociales, acontecimientos que suceden en la vida… pero sin duda se trata de situaciones pasajeras.
El problema es cuando esa sensación de tristeza no pasa, y no la podemos achacar a un período en que tenemos un tono emocional más bajo. Ningún estado de ánimo dura dos meses, ahí debemos empezar a luchar y si no podemos, pedir ayuda.
¿Qué debemos hacer frente a la tristeza?
El primer paso que debemos dar, es tomar la decisión de que, efectivamente, esa vida no es la que queremos. A partir de ahí, hay que tratar de identificar la causa de esa tristeza:
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A veces, la tristeza está justificada (por ejemplo en casos de pérdida de un familiar, o de una ruptura de pareja) y ante eso, poco podemos hacer. Si es así, aceptemos la tristeza, lloremos si es necesario, busquemos un apoyo emocional, tomemos consciencia de lo que nos está ocurriendo y démosle un tiempo. Pero no mucho, entonces hay que remontar.
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Otras veces, somos capaces de identificar claramente cuál es la causa de la tristeza y sabemos que podemos intervenir o actuar sobre ella para solventar la situación (por ejemplo, si tuvimos una discusión con la pareja, pedir disculpas y hablarlo hará que nos sintamos mejor).
¿Cómo podemos superar la tristeza?
Sea cual sea su causa, la mejor opción es buscar apoyo en nuestra familia y amigos.
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Expresemos la tristeza. La falta de la expresión de nuestra tristeza hace que aumente su intensidad y nos priva de obtener el apoyo social.
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Evita caer en la trampa de los pensamientos repetitivos en torno al problema y busca soluciones.
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Actúa aun cuando creas que no consigues nada. La falta de actividad potenciará tu tristeza.
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Realiza actividades sosegadas y que te gratifiquen.
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Reflexiona sobre tu forma de enfrentarte a las cosas y empieza a cambiarla.
La tristeza sin motivo es la antesala de la depresión
La tristeza a la que no sabemos ponerle motivos es en muchas ocasiones el primer síntoma de la depresión. Y entonces estamos hablamos de cosas más serias, no de estados de ánimo o melancolías pasajeras.
La depresión parte de una tristeza generalizada, pero su destino es una ruptura del funcionamiento habitual de la persona. La tristeza extrema y profunda, alimentada por los pensamientos negativos sobre el pasado, el presente y el futuro genera un enorme sufrimiento, aun cuando la persona no sabe explicar cuál es la causa.
Las personas con depresión se sienten agotadas, apenadas, doloridas sin causa médica, sin voluntad para llevar a cabo las tareas diarias, desvinculándose del mundo real… y por supuesto, viendo como la vida pasa a su alrededor sin disfrutarla.
La depresión es un trastorno psicológico grave, que tiene mejor pronóstico cuando se toma a tiempo. Para trabajarla, es necesario un proceso terapéutico que implica diagnóstico, autoconocimiento, un entrenamiento para el control emocional y un restablecimiento de la estructura personal. Todo ello, con el adecuado apoyo psicológico. Por ello si tenemos consciencia de que estamos empezando a caer en este estado o lo observamos en alguna persona próxima, lo mejor es buscar el apoyo de un profesional para ponerle freno y recuperar el bienestar y la felicidad en la vida.
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