“Ser generoso es una característica universal que transciende, la clase social, la raza o la geografía. Los estudios recientes muestran una coherencia transcultural, donde se verifica la idea de universalidad en la relación de donar a otros y el bienestar propio”, explica el Doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, Marcelo Mendes Facundes.
El especialista explica que es importante señalar la propia adaptabilidad de esa afirmación, ya que hay estudios que demuestran hasta ahora que la donación resulta más espontánea que la codicia, ya que esta última va a requerir una mayor capacidad de pensar, nuestro cerebro suele elegir respuestas con un criterio de «ahorro».
“Ser generoso, no es sólo una cuestión cerebral, por supuesto, aunque sepamos que nuestro cerebro funciona en base a un sistema de recompensas inmediatas, y tal y como el sexo o la comida, suscita buenos sentimientos en las personas, por esta misma lógica, podemos considerar la generosidad como una conducta que es fruto de la selección natural, que a la larga contribuyó a la supervivencia, ya que favoreció los vínculos sociales. En gran medida, la generosidad puede ser vista también como una, entre las demás estrategias que hemos desarrollado para sobrevivir”, dice Mendes.
Sobrevivir
También es importante darse cuenta que más allá de lo que alienta nuestras estrategias de sobrevivencias, nosotros estamos inmersos en una cultura judío-cristiana que ponen en la generosidad la base de sus doctrinas, y esto también favoreció a que la generosidad entrara en nuestras dinámicas relacionales como algo a ser conquistado, explica el psicólogo.
Entonces la generosidad estaría inmersa en las personas de forma casi instintiva. “Nosotros solemos comportarnos de manera generosa y el sentimiento de felicidad suele estar asociado a estas conductas, desde la biología, hasta la psicología. Son congruentes los estudios que ponen como evidencia que la generosidad es una ventaja como humanos”, dice.
La sociología también nos ha enseñado que los pueblos que fomentan la generosidad y la cooperación, suelen mantenerse mejor a largo plazo.
“No podemos, por supuesto, negar que en el juego de la vida, hay siempre un contrapunto, donde hay generosidad, también habrá egoísmo, donde hay cooperación, también hay individualidad. Lo importante no es negar los sentimientos y actitudes contrarias a la generosidad, que cohabitan en cada uno de nosotros, sino conocer su dinámica de interacción para poder vivir mejor y hacer un ejercicio hacia la generosidad, que como hemos visto, nos vendrá mucho mejor”, concluye Mendes.
Deja una respuesta