¿Para qué te empeñas en esa persona con la que no hay manera? ¿Qué necesidad de elegir a quién no te elige?
Si te ves identificado con estas preguntas, sintiendo que funcionas de esta manera, te diría que sueltes el aferramiento a esa fantasía que has creado sobre esa persona, que pongas pies en tierra y que te elijas a ti en primer lugar.
Tiene que haber una sensación de bienestar cuando compartes momentos y si estos momentos van a ser más inquietantes que tranquilizadores y placenteros, está claro que desde ahí no es el asunto. A veces uno fuerza la situación y se pone en una fantasía, no en una realidad, uno se aferra a que el otro puede cambiar, que uno va a estar bien cuando suceda, tal cuestión.
Cuando va pasando el tiempo y el otro no cambia o no se da tal suceso, es porque de fondo hay una distorsión de lo que es una relación saludable. Para que te coloques en una posición amorosa, para contigo mismo es importante que el otro te elija en igualdad como tú has hecho, que haya una apuesta similar por la relación y si no es así, hay que decir adiós.
Elige tu bienestar, sentirte digno, que no orgulloso, observa lo que das, lo que vales, lo que aportas, y si el otro no está en lo mismo, (teniendo en cuenta que es cierto que cada uno expresamos el amor de una manera determinada), tienes que estar bien, con lo que sucede.
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