A veces ante ciertos acontecimientos de la vida, que te desbordan a nivel emocional, lo que haces es ponerte una coraza protectora, para que no te toque la abrumadora intensidad de ciertas vivencias, lo que ocurre es que, si te pones coraza, te van a tocar menos tanto las experiencias positivas como las negativas.
El peso de esta coraza además supone un coste, ya que tratas de controlarte, adaptarte, no tocar con partes tuyas, confluir con los otros, para poder sostenerte una determinada situación y también obtener la aprobación de los demás, que cuando somos pequeños son los padres y luego se va haciendo extensible al resto de las relaciones.
Si te ves reflejado en esta sensación de coraza, quizá sea el momento de quitársela, dejar de abandonarte a ti mismo y mirarte frente a frente, para vivir más vivo, dejarte tocar de manera natural por las experiencias, sentir lo que haya que sentir, y vivir tu propio camino.
Recuerda esta preciosa vida humana, (como dice la sabiduría budista), pasa rápido y estaría bien poder tocar tu propia valentía, entendiendo esta palabra como poder acoger en esencia todo lo que eres, con tus sombras y tus luces.
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