Mejor lo hago mañana!, y mañana, pues tal vez lo aplazamos a pasado. Con este proceso ejemplificamos el concepto de “procrastinar”, que significa evitar o postergar conscientemente algo que tenemos que hacer, pero que se percibe como fastidioso, desagradable o incómodo. Así, la mayoría de nosotros solemos evitar ciertos asuntos o simplemente dilatar el tiempo en que los hacemos, por suponer para nosotros una molestia, o pensar que, con razón o no, otras cosas son mucho más importantes.
¿Qué tipos de procrastinación hay?
Por lo general, hay dos patrones claramente establecidos, el de mantenimiento y el de autodesarrollo:
El primero es el patrón de procrastinación de mantenimiento se produce cuando postergamos rutinas cotidianas, tales como limpiar la casa, regar el jardín, ordenar el cuarto…, lo que nos conduce a acumular sentimientos de ineficiencia personal, y la sensación de vivir de forma desorganizada.
El segundo es el patrón de procrastinación de autodesarrollo, que implica la postergación de acciones que implican un desarrollo personal, tales como no afrontar problemas personales, retrasar la toma de decisiones importantes, o incluso el aprovechamiento de oportunidades para el crecimiento profesional y personal. En este caso, la persona que sigue este patrón de conducta se siente paralizado y con pocas posibilidades de evolucionar personalmente.
Si este tipo de conducta es negativa para nosotros, ¿qué hace que se produzca?
El psicólogo Willian Knaus explica las conductas de postergación-evitación como resultado de una serie de características de la personalidad que se desarrollan en una misma persona, entre las que destacan la baja tolerancia a la tensión, y lo que denominó “autoduda”.
La autoduda es un proceso autodestructivo que aparece en personas que se juzgan muy duramente, pensando que sus habilidades o capacidades para una cosa concreta son peores de lo que realmente son, y ello les lleva a no ponerlas en funcionamiento. Por ejemplo, si alguien cree que no se le da bien escribir, lo habitual es que lo retrase todo lo posible. Lo más curioso es que la autoduda, que aparece generalmente en conductas cotidianas, se va desarrollando poco a poco, pero por lo general partiendo de una percepción que por lo general no es cierta, y de la que generalizamos una conclusión irracional.
Y junto con la autoduda, actúa la baja tolerancia a la tensión. Lo que sucede es que hay personas que se sobreactivan ante los retos, tareas difíciles de lograr o cuando existe algún tipo de bloqueo a sus metas, generando un alto estrés emocional, conductual y cognitivo. Poco a poco, esta activación se va produciendo también en situaciones cada vez más leves, incluso normales de la vida diaria, anticipando ante cualquier mínima dificultad ese malestar emocional, por lo que tratamos de evitar aquellas situaciones que nos lo generan.
El resultado es que, sea por la sensación de que no vamos a hacer bien la tarea (autoduda), o evitar la tensión que nos produce afrontar dicha tarea (baja tolerancia a la tensión), vamos dejándola para más adelante, provocando el efecto de procrastinar.
Y ahora que ya sabes qué tipos de procrastinación existen, y qué nos permite explicar su aparición…, ¿has pensado alguna fórmula para liberarte de este patrón de conducta? Si quieres, cuéntanosla y la comentamos más adelante.
Un saludo!
Julia Rodríguez Psicología
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