Nuestro cerebro tiende a economizar energía, y esto hace que nos metamos en la rutina en todos los sentidos de nuestra vida.
La prioridad de nuestro cerebro es que la especie se perpetúe, y desde aquí, intenta ahorrar energía en todo lo que hacemos, tomando el mando los automatismos (tenemos nuestro sitio del sofá, nuestro lado en la cama, intentamos aparcar en la misma zona, quedamos en el mismo bar…)
Y cómo no, en el ámbito de la pareja también tendemos a la rutina. Se adquieren, malas costumbres y se van repitiendo a lo largo del tiempo. Hay una dejadez física y emocional que hace que los miembros de la pareja se coloquen en una zona que les parece confortable, y poco a poco, va apoderándose de la relación, y hay una sensación de aburrimiento y desmotivación que provocan conflictos y dificultades.
Si nos escuchamos, comentando o sintiendo algunas cuestiones como las que describo, poned la alerta porque estáis en este círculo vicioso de la rutina.
- Ya somos pareja, no queremos, tenemos planes juntos que hemos hablado (aunque estos no se lleven a cabo en la acción) y ya está todo hecho, así es que uno deja de cuidar la relación, casi sin darse cuenta. Como si tuvieras una planta, y ya que la tienes, que se autocuide.
- Esta es mi forma de ser y no la voy a cambiar. Si vas a estar en una relación de pareja para ser rígido/a, desde aquí va a ser complicado, porque no es cuestión de perderte de ti, pero si es cuestión de llegar a puntos intermedios en los que los dos estéis bien, aunque para ello tengas que ceder en algunas cuestiones.
- Ya tenemos todo hablado. Cuando dos personas se van familiarizando, lo que antes eran conversaciones apasionantes, se van volviendo desapasionadas, u operativas (niños, trabajo, cosas de casa) y de esta manera el nivel de comunicación va disminuyendo. La pareja empieza a alejarse y en ocasiones se buscan otros focos de entretenimiento, siendo típica la frase “hablas más por Whatsapp que conmigo”.
- Nos cuesta mantener relaciones. Y cuando la intimidad falla, el vínculo se va debilitando, siendo en ocasiones falta de deseo y en otras ocasiones, hay tal falta de costumbre, que cuesta alimentar el ámbito de la intimidad.
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