El síndrome de Peter Pan es un conjunto de rasgos, características y formas de pensar o actuar, que diferencian a una persona que no sabe o no quiere hacerse mayor. Aparentemente son adultos sí, pero a nivel emocional no existe una madurez adecuada. Son personas sin capacidad para cuidar de otros que no sean ellas mismas, ni para establecer una pareja igualitaria. Personas que se encuentran en un desfase patológico entre su madurez emocional y su edad cronológica.
Debido a que vivimos en sociedad, y a que la condición de «adulto» es una construcción cultural que varía de unos entornos a otros, cuando hay una resistencia a entrar en la edad adulta, se produce un desequilibrio entre lo que hace la persona en sí, y lo que la sociedad espera de ella. Y quien dice la sociedad, dice también su familia, su novia, sus hijos, su pareja… En fin, que en función de la edad cronológica que uno tiene, nuestro entorno espera de nosotros unas determinadas formas de pensar y de actuar. Y cuando eso no coincide, se generan profundas dificultades a nivel personal, familiar y de pareja.
¿Qué características específicas muestran estas personas con Síndrome de Peter Pan?
- Suelen tener la sonrisa a flor de piel, y de hecho, en muchas ocasiones resultan personas joviales y encantadoras.
- A nivel conductual, es como un niño: lo quiere todo, y lo quiere ya.
- Tienen serias dificultades para establecer objetivos a largo plazo.
- Muestran una escasa autocrítica, dejando la responsabilidad de todo lo malo que les pasa en manos de otros.
- Buscan ser cuidados y que sus demandas sean satisfechas en el momento.
- Piensan que no tienen responsabilidades u obligaciones, ni se responsabilizan de sus equivocaciones.
- Tienen una permanente insatisfacción vital, pero no hacen nada por cambiar.
- Son egocéntricos, especialmente en lo que respecta a sus emociones.
- Tienen relaciones superficiales a todos los niveles.
En definitiva, son personas que se sienten atraídas por el País de Nunca Jamás, que representa la juventud eterna, más que por la madurez de su situación real.
Tras todas estas características, se esconde una persona muy insegura y con un gran temor a la soledad, baja autoestima, con incapacidad para tomar decisiones y que se suelen evadir mediante su desbordante fantasía.
El origen de esta dificultad suele estar en la infancia, en la que pudo tener alguna carencia afectiva (objetiva o vivenciada de manera subjetiva). Y cuando se hacen adultos, esta circunstancia se manifiesta en esta sensación de desprotección y angustia ante lo desconocido. De ahí su negación ante la madurez y es precisamente cuando está terminando la adolescencia (hoy en día cada vez más prolongada), cuando aparecen más claramente los síntomas de este síndrome de Peter Pan. Sin embargo, a muchas personas le dura a partir de ahí hasta la edad madura.
El síndrome suele ser más frecuente en hombres y es difícil de trabajar, ya que ellos mismos no se consideran de esta manera. Sin embargo, a veces ocurren situaciones puntuales que han de resolver, y se ven faltos de herramientas. Es ahí donde acuden a profesionales, aunque generalmente suelen ser personas de su entorno las que hacen la demanda inicial.
Nos podemos encontrar a personas con este síndrome, en personas de unos cuarenta años que llevan una vida adolescente, en hijos que no ven nunca el momento de marcharse de casa, o que a pesar de vivir fuera, delegan sus responsabilidades en los demás, y vivir fuera es sólo dormir en su vivienda, en personas que pasan metidas en realidades virtuales la mayor parte del día, o cuentan frecuentemente historias “reales increíbles” (sucesos difíciles de creer, experiencias amorosas noveladas).
Generalmente estas personas suelen encontrar su “Wendy” en los padres, los hermanos o en parejas que ejercen un rol de cuidadora. Pero de las múltiples Wendys que existen, hablaremos otro día.
Seguro que conoces a alguien así. ¿Quieres comentarlo?
Un saludo y feliz semana.
Julia Rodríguez Psicología
653 93 40 50
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