Quizá tu desván está lleno de tristeza, miedo, rabia, desilusión, rencor, expectativas no cumplidas…
Quizá piensas que, con el tiempo, con la ignorancia o con la anestesia desaparecerán. Sin embargo, si no aireas lo único que ocurrirá es que seguirás acumulando malestar.
Todos tenemos un lugar al que llevamos aquello que no pudimos, no supimos o no quisimos gestionar.
- Las primeras heridas de la niñez, en la que apenas nos dábamos cuenta y lo único que queríamos era la atención y el amor de nuestra familia, cuánto esfuerzo inconsciente.
- Esas heridas que quizá las llevamos a las ilusiones- desilusiones de los amores de juventud.
- Esas exigencias, de la primera edad adulta, “tener que hacer”, “tener que conseguir”, “tener que llegar”, “Nunca es suficiente”.
- Esas relaciones adultas, que empezaron-terminaron, mal, bien regular, con hijos sin hijos con divorcio, separación, desencuentros- reencuentros. Renegando de un nuevo amor o con expectativas para el siguiente.
Si después de todo lo vivido, te das cuenta que hay situaciones que se repiten en distintos lugares, con distintas personas, o de manera distinta, pero con el mismo fondo… entonces es el momento de dejar de acumular, de barrer todo aquello que te está enfermando, de poder hacer cosas distintas, de manera distinta con todo aquello que te acontece.
Es el momento de hacerte responsable de tu vida emocional, y empezar a crear una realidad diferente.
La terapia, entre otros métodos, te acompaña en este camino.
Si te ves identificado y quieres empezar. Encuentra el método (con el que tú te identifiques) y la persona que quieres que te acompañe en este proceso.
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