Estamos en un momento en el que la mirada se convierte en una manera de relacionarnos con los demás, si observas cómo recibes esas miradas y cómo es la manera en la que tú miras al otro y el mundo. Miradas conocidas y desconocidas, que expresan, que dicen sin hablar qué es lo que ven.
Interpretas las mirada y traduces:“Tiene una mirada dulce”, “Veo belleza en ti”, “Lo que veo en ti es dureza”, “Recibo crítica en su mirada”, “Por cómo me ha mirado seguro que piensa que soy inútil”.
Esa mirada que diriges a la otra persona ¿qué hay de ti en eso que ves?, ¿Cómo te ves tú a través de la mirada de la otra persona? ¿En qué lugar te colocas? Ese lugar en el que te colocas cuando le das potestad a la mirada exterior distanciándote de ti y que te conecta con tu historia de vida. Desde aquí, es importante poder observar qué te ocurre en ese mirar que diriges hacia el exterior y qué tiene que ver contigo.
Ese mirar a la otra persona de forma transparente donde puedas encontrarte con su mirada y con la tuya propia. Y que, tras esa mirada dirigida tanto a lo externo como hacia ti, puedas permitirte ser sencillamente tú.
Cristina Hernández Gutiérrez
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