Hablo con muchas personas que me cuentan que se encuentran muy agitadas, nerviosas, que parecen que tienen un motor continuo que no pueden parar
Y cuando hay que parar, el asunto es que ese motor sigue en marcha, es decir, vivimos en una sociedad tan agitada que tras una actividad viene otra, siempre deprisa, con el tiempo pisando los talones. Cuando llega el fin de semana que es cuando precisamente hay más tiempo o por lo menos no hay tantos horarios o el tiempo se dedica a otras cuestiones, pues mucha gente sigue agitada con la misma sensación que tiene el lunes, el martes… incluso si hay una tarde que puedan descansar y dedicarla a leer o a ver una película parece que si no están en la acción, no están haciendo algo productivo, hay una sensación como de culpabilidad. Entonces el tema de fondo es que se está llevando una vida tan agitada, que incluso cuando se para porque también se necesita descansar, que parece que ese concepto no existe a no ser que uno esté rendido, pues claro la gente se siente mal. El tema es que hay que saberse moverse y hay que saber parar, hay que aprender a que cuando no hay nada que hacer o hay menos que hacer, darse el permiso, respetarse, poder descansar un día en el sofá o ver la tele, o leer un libro o tener una charla sin estar mirando el reloj porque luego hay que hacer cosas, porque la mente y el cuerpo necesitan también estos ratos de paz, de tranquilidad y eso te va hacer estar de otra manera cuando llega otra vez el lunes y llega otra vez el correr del día a día, e incluso dentro de ese correr sería interesante buscar un rato para desconectar, pararse, respirar y ser un poco conscientes de la vida porque sino pasa sin que uno se de casi cuenta.
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